lunes, 29 de junio de 2009

UNO NO SABE PARA QUIÉN TRABAJA

Miguel Ángel Chinchilla

En el marco del pesar que nos ha causado el fallecimiento del hermano pintor salvadoreño, Antonio García Ponce, de la conmoción mundial por la repentina muerte de Michael Jackson, víctima histórica del imperio del espectáculo en USA, y también de la vuelta del gorilismo en la hermana república de Honduras, digo, en este contexto el presidente Mauricio Funes ha designado por fin a una persona al frente de Concultura, convertido hoy en Secretaría de Cultura de la Presidencia.

Luego de que Funes en su discurso de toma de posesión omitió por completo hablar de cultura nacional, tardándose casi un mes para nombrar a la nueva funcionaria, después de un seudo ejercicio de consulta para escuchar las propuestas de los trabajadores del arte y la cultura, y luego además de echar al pleito a la fauna creadora, terminó escogiendo a Breny Cuenca, representante de la izquierda light, de la izquierda delicada como se le ha llamado, la cual se enquistó desde un principio entre los “amigos de Mauricio”, mientras otras y otros le hacíamos el trabajo a Funes y sus cheros, desarrollando los contenidos culturales que fueron publicados en el programa de gobierno “nace la esperanza viene el cambio”. Nadie sabe para quién trabaja reza el dicho popular.

Sin embargo Funes no estaba dispuesto a respetar la consulta que mandó a realizar el día miércoles 10 de junio del año en curso, y eso lo supe ese mismo mediodía al final de aquella jornada bastante parecida a un circo, cuando su hijo Carlos me manifestó que su papá no iba a guiar su decisión por los resultados de aquella consulta, donde claramente había salido favorecido el escritor José Roberto Cea. ¿Entonces cuál había sido el objetivo de aquella payasada? Era obvio, posicionar a la candidata de la izquierda exquisita, una perfecta desconocida, hija de un prominente del Partido Comunista, amante en su juventud según el mito del poeta Roque Dalton, declarada non grata en la Escuela de Sociología de la Universidad de El Salvador y editora en el pasado reciente de una revista cultural donde algunos de sus redactores más connotados eran tránsfugas y renegados de la izquierda salvadoreña.

En su discurso Funes ratificó de que en su gobierno privaría el concepto de la meritocracia y desde estas líneas entonces yo lo cuestiono señor presidente: ¿cuál es el mérito mayor de la señora Cuenca sobre la trayectoria honesta de un poeta, investigador y editor de la talla de José Roberto “el pichón” Cea? ¿Estamos hablando quizás de cherocracia o a lo mejor de adulocracia?

El Foro de Intelectuales de El Salvador, grupo mayoritario que propuso a Cea para el cargo, viene trabajando desde hace casi dos años en la elaboración de las nuevas políticas culturales para el siglo XXI en El Salvador, dichos documentos los hemos hecho públicos a través de diferentes medios, hemos realizado talleres y seminarios, estamos actualmente preparando un gran congreso de cultura a nivel nacional, no somos improvisados, nuestro interés primordial es el fomento, desarrollo y posicionamiento de la cultura popular, con una visión martiana y gramsciana sobre lo que significa la identidad nacional; pero evidentemente el presidente Funes no sintoniza la misma frecuencia y se ha dejado deslumbrar por el glamour y las intrigas palaciegas.

No es por gusto entonces que las y los empleados de Concultura han declarado non grata a la señora Breny Cuenca, ya que dicha señal del ejecutivo sólo demuestra el estancamiento y el desprecio hacia el hecho cultural que las nuevas autoridades del gobierno han puesto en evidencia.

La esperanza por tanto se convierte hoy en beneficio de duda, ojalá que esto no sea un error del presidente quien dijo en su discurso que no él no tenía derecho a equivocarse ¿será que ya comenzó? ¡Abur!

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